Cuando los días son el vómito en el que se malvive
Cuando desde el subsuelo se ve la guerra
La felicidad es una postal que ya no se recibe
Y se torna insano habitar el planeta Tierra
Cuando los días son evangelios de la crisis
La especialidad de la casa es desangrarse
Por dentro, las banderas enferman de tisis
Y urge correr descalzos para reagruparse
Cuando los días conspiran con la hipocresía
Cuando respiramos en la jaula de lo caótico
Cuando se monta el escenario para la cacería
Cuando volamos con alas de antibióticos
Cuando la memoria tiene espinas en el zapato
Cuando desentona el que empuña su honestidad
Cuando la muerte ratifica no perder el olfato
Cuando por las malas se oculta la impunidad
Cuando un comercial ordena para donde correr
Cuando el pulso de las calles nos vuelve solitarios
Cuando se hacen malabares con el fuego del poder
Cuando olvidamos a la estrella de Belén en el armario
Cuando se habla más de catástrofes que de amor
Y compramos todos los espejos de colores
Cuando como rebaño votamos optando por lo peor
Cuando la llovizna no destiñe los temores
Cuando mirar para adelante provoca espanto
Cuando el presente es cuanto menos desolador
Cuando los archivos solo recuerdan el desencanto
Cuando la semana depende del acierto del goleador
Cuando los días son gangrenas de lo obsceno
Y el pájaro en la mano es el más cruel de la bandada
Cuando se combate a la desdicha con veneno
Cuando el idealismo infatigable anuncia su retirada
Cuando tener agallas es un lujo en decadencia
Y las estrellas fugaces ponen precio a los deseos
Cuando deambulamos sobre alfombras de indiferencia
Y somos luciérnagas errantes en medio del bombardeo
Cuando los días arrugan el humano sentimiento
Cuando ser uno mismo es un pecado clandestino
Cuando estamos en la tierra solo para pagar impuestos
Cuando somos eruditos en brindar dentro del remolino
Cuando el plato roto lo paga quien nada tiene
Cuando el sindicalista se enriquece a costilla
Del peón, no hay vacunas ni rosarios, quién previene
Al pueblo adormecido de la eterna pesadilla
Cuando Santa Claus paga el rescate por sus renos
Cuando la madrugada del raciocinio justifica el mal
Cuando consideramos que es un banquete ameno
Esta penosa tertulia de migas de longitud inhabitual
Cuando los estímulos ridículos son el punto de partida
La vida huérfana se transforma en una herida